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Los discípulos arrancan espigas en sábado(A)

23 Aconteció que al pasar él por los sembrados un sábado, sus discípulos, mientras andaban, comenzaron a arrancar espigas. 24 Entonces los fariseos le dijeron:

—Mira, ¿por qué hacen en sábado lo que no es lícito?

25 Pero él les dijo:

—¿Nunca leísteis lo que hizo David cuando tuvo necesidad y sintió hambre, él y los que con él estaban; 26 cómo entró en la casa de Dios, siendo Abiatar sumo sacerdote, y comió los panes de la proposición, de los cuales no es lícito comer sino a los sacerdotes, y aun dio a los que con él estaban?

27 También les dijo:

—El sábado fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del sábado. 28 Por tanto, el Hijo del hombre es Señor aun del sábado.

El hombre de la mano seca(B)

Otra vez entró Jesús en la sinagoga. Había allí un hombre que tenía seca una mano. Y lo acechaban para ver si lo sanaría en sábado, a fin de poder acusarlo. Entonces dijo al hombre que tenía la mano seca:

—Levántate y ponte en medio.

Y les preguntó:

—¿Es lícito en los sábados hacer bien, o hacer mal; salvar la vida, o quitarla?

Pero ellos callaban. Entonces, mirándolos con enojo, entristecido por la dureza de sus corazones, dijo al hombre:

—Extiende tu mano.

Él la extendió, y la mano le fue restaurada sana.

Salieron entonces los fariseos y se confabularon con los herodianos para destruirlo.